Lástima que en Córdoba no los vendan. En el último viaje a Brasil me compré dos bolsas para no ser taaan gorda. Una me la devoré allá y la otra me la traje de reserva. La conservé durante casi dos meses…cada vez que entraba en la despensa de mi casa la veía con ojos tentadores…la bolsa me llamaba, pero no le hacía caso. Debía guardarla para una ocasión que mereciera abrirla y disfrutar de esa especie de chizitos minis con sabor a jamón. Un placer para el paladar!
Hasta que finalmente la semana pasada mi ansiedad no aguantó más y arrasé con los Fandangos. Sola, solita, me comí uno a uno. Al principio con ferocidad, pero a medida que la bolsa se vaciaba, disminuí mis impulsos devoradores y empecé a saborearlos y a lamentar tener que esperar un año o más en volver a sentir el sabor de este vicio gastronómico.
Registro de mi gordura con Fandangos, Brasil 2008
Hasta que finalmente la semana pasada mi ansiedad no aguantó más y arrasé con los Fandangos. Sola, solita, me comí uno a uno. Al principio con ferocidad, pero a medida que la bolsa se vaciaba, disminuí mis impulsos devoradores y empecé a saborearlos y a lamentar tener que esperar un año o más en volver a sentir el sabor de este vicio gastronómico.
Registro de mi gordura con Fandangos, Brasil 2008