viernes, 12 de diciembre de 2008

Hasta siempre San Justo!

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Ella se fue hace más de 3 años. Él quedó solo, bien sólo físicamente. Hoy es su última noche en esa casa, la de toda su vida. En la casa donde pasé muchos días y veranos de mi infancia, donde cada vez que regresaba sentía los mismos aromas, el olor a ella, el cuidado de sus plantas, los detalles de sus adornos y la decoración impecable de años de trabajo. La casa donde comí los mejores tallarines amasados por sus manos, donde con mi hermana más grande y ellos pasábamos las siestas encerrados en su habitación con el A/A tratando de soportar el calor de esa ciudad con licuados de banana que nos preparaba para malcriar a sus nietas. La casa donde jugábamos con los chicos de la cuadra a la “telita”, a las cartas, a la guerra de bombuchas, a simular negocios de venta con su banco, concesionaria, supermercado…La casa donde una noche de Reyes nos tiramos en el pasto a su lado a ver las estrellas y a esperar los regalos, hasta que nos quedamos dormidas. Nos divertíamos tanto en esa casa! Recuerdo una mañana en que la acompañamos a su boutique y no paramos de reirnos en todo el trayecto, porque a toda persona que pasaba a nuestro lado (conociera o no) le decía: buenos días! Y nuestras carcajadas al ver la cara de desconcierto de todos quedaron bien grabadas en mi memoria. En su negocio hacíamos de todo, yo me probaba hasta la última ropa y esos anillos tan grandes que al tiempo descubrí que eran para los pañuelos de seda. Andábamos en bicicleta y nos sentíamos tan libres y seguras en esa ciudad. Algunas tardes de verano nos preparaba la mochila con toallón y provisiones y nos llevaba a la pileta del Club Colón. Una noche en que cenábamos un pollo a la parrilla (doy fe que él cocina el pollo más rico que probé en mi vida), mi hermana rompe un copón de cristal y frente al enojo de él, ella comenzó a reir para cubrirla y hacer pasajero el mal momento. No me dejaba decir la palabra “joder” en todos sus tiempos verbales, decía que era “mala palabra”. Con mi hermana dormíamos en un colchón a lado de su cama y yo levantaba mi pierna para que ella me hiciera cosquillitas, a cambio, debía tocarle el pelo al finalizar la sesión. Creo que de ella heredé esos placeres.
Ella se fue con la frente bien alta y un millón de personas que la amaban. Y su vacío fue inmenso. Hay días que la siento a mi lado.
Él quedo a cientos de kilómetros, rodeado de una soledad y tristeza que sus ojos reflejan cada vez que le doy un beso.
Hoy es su ultima noche allí, porque viene a vivir a Córdoba, cerca de nosotros, su única familia.
Un día especial donde deja una larga vida en esa casa, con recuerdos, vivencias, y el olor a ella. Y también un día particular para mí, porque en las paredes de esa casa quedará la memoria de los días más felices de mi infancia.
Hasta siempre San Justo!
Bienvenido a Córdoba nonito!

4 comentarios:

Martín Monzón dijo...

Muy lindo el post. Se nota que hay amor de verdad.
Los abuelos son una parte especial de cada uno de nosotros. Los que nos malcrian y nos llenana de niños.
De grandes somos nosotros los que los tenemos que malcriar a ellos.

Besos

Eduardo Roldán dijo...

Muy conmovedor Bel!...Me encantó.
Besos...

Bel. B dijo...

Gracias chicos por pasar! Fuerte y conmovedor todo, y más lo fue cuando comenzamos a desempacar. Él está contento y eso es lo que importa en este momento.
Besos!

Mel dijo...

Bel... volvi a los blogs y estuve leyendo un poco del tuyo, realmente me arranco lágrimas este posteo, tengo un nudo en la garganta mientras me tomo un té, porque imaginarás... no puedo estar lagrimeando en la recep...
Pero hay que ver lo positivo, que él esté contento y que tuviste abuelos para disfrutar !!!

Besos..

Mel.-